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lunes, 17 de septiembre de 2012

Café.

Se derramó el café. Ya se acabó todo.
Se fue el aroma de tu silueta a las tres de la tarde, acompañada de tus labios deslizándose sobre los míos.
Se marchó el regosijo de la noche, que constaba en retratar mis sonrisas en tu vientre.
Ya no se ven los lazos que nos unían como a un solo ser.
Ya se perdió aquel abrazo que dio inicio a una amistad.
Ya no hay ninguna manera de hacer regresar a los luceros que adornaban esa bella mirada.
Fue distinto, esa tarde no eras tú, eras otra.
Fue difícil, imaginar como tu olor se marchaba tras cada paso que dabas.
Fue lo mejor, haberte tenido. Fuiste y seras lo mejor, siempre.