Redes

sábado, 2 de febrero de 2019

Soledad

Hola, tenía ganas de escribirte, de que sepan sobre ti, de que conozcan tu historia.

No eres mala, soledad, no le temas al prejuicio, no sabe sino caer en el sin más, te juzga porque no te conoce, porque no te siente; al menos no como yo.

Yo sí sé quien eres, yo si te he abrazado por las noches varias veces, te he abrigado justo cuando se me fue volando una ilusión, pero no dejo de pensar que eres hermosa.

Justo cuando estaba solo me encontré contigo, te vi a los ojos y ahí me vi siendo yo mismo y disfrutando de conocerme, conocerme como soy, como yo mismo me veo, gracias a ti supe quien era, no caí en tu yugo, le atiné a tu gracia.

Hoy vine a visitarte pues te tengo más historias, aprendí cada vez más estando lejos, tengo mil anécdotas que contarte, así como tú contaste mil suspiros de una ilusión en tu presencia.

Veo que estás muy descuidada, perdona. Mi intención nunca fue dejarte de lado, siempre te llamaba uno que otro día por las noches para charlar a solas, pero siempre aparecía algo más. Y no, no es que un minuto contigo importara menos, es que creí que un minuto sin ti valía más. Como te dije, he aprendido de mis errores.

Por cierto, sé que te debo las gracias, no iba a dejar de lado las tantas veces que aún en compañía de otra te sentí bastante cerca, sería incapaz de olvidar las veces que tu presencia no se hizo una simple sombra entre la noche. Y si, claro que entendí que tu compañía descarada pesa tanto como tu ausencia absoluta, lo entendí a la fuerza pero me quedo bien claro.

A veces pienso en lo que tuviste que soportar y mi actitud me parece absurda, me burle de ti en tu cara con la excusa de que a veces me sentía agobiado al sentirte cerca, discúlpame, era frágil y no entendía que estando contigo no debía forzar un encuentro con otras, no debía besar a otras, no debía sentir a otras.

Me parece un poco absurdo que me recibas aún sabiendo que he recaído en esos vicios. Me duele ser tan descarado para aceptar que sabes que le soy fiel a todo menos a ti y aún así no dejar de actuar igual. Has tenido que soportar mucho, perdón.

Te hablo como si aún quisieras responderme como antes, y sí, es porque estoy aprendiendo de muevo a vivir topándome contigo. Hace unos meses te vi en la otra acera de la calle y sé que disimulé, disculpa, estaba con otra y no quería que se enterara de lo nuestro.

Gracias por abrir tus puertas siempre que me siento tan ansioso, es como que supieras que aunque me da miedo verte igual te busco, la verdad es que en eso siempre fuiste mejor que yo.

Perdón si luzco tan distinto, es que me he dedicado últimamente a pensar demasiado.

¿Sabes qué? No entiendo como aún a sabiendas de que nos hicimos daño nunca dejamos de encontrarnos y jamás dejamos de coincidir. Irónicamente eres el encuentro más afín que se me da, aún cuando otras relaciones han desbordado placeres, pero siempre eres tú la casualidad mas certera, las demás no van sino de a momento y por más amor que se envidie desde fuera, todas terminan igual, sin cruzar palabras o miradas.

Realmente no me puedo quejar, siempre que me topo contigo aprendo algo nuevo, ya he aprendido a amarme a mí, incluso a valorar más, a veces pienso que la causalidad rige nuestros encuentros como consecuencias de habernos visto una primera vez y compartir tanto. Honestamente siempre me has enseñado a ser más, espero que esta vez no sea distinto, me invaden las ansias de conocer nuestro siguiente desenlace.

Oye soledad, hazme un poco de espacio, quiero dormir como antes, abrazado a ti.