Recuerdo aquel tiempo en el cual lo sabias todo de mí. Es cierto
lo que dicen, el futuro es incierto, se sabe lo que hoy se hace y lo que ayer
se hizo, pero aún se desconoce que será del mañana.
Aún no he olvidado
el nombre con el cual te presentaste, tampoco olvido los temas de conversación
que inventé para parecer interesante. Es que, ¿Cómo olvidar tus rizos dorados
olor lavanda? Ciertamente no existe alguna forma de hacerlo, cada segundo que
compartiste conmigo para mí se convirtieron en momentos concretamente valiosos,
pero al irte, sinceramente no miento al decir que contigo había vida y antes de
estar sin ti solo me preparaba para algún día tenerte.
Esa mañana tampoco
se ha borrado aun de mi memoria, desperté sin tu olor entre mis sabanas, es que
ya se me había hecho extraño no haber soñado contigo esa noche, no comprendía
como te habías ido sin si quiera haber llegado, porque no, aun no te conocía,
al menos así lo sentía yo.
Es que tú eras como
un enigma, como un laberinto con salida, pero sin alguna entrada, al menos no
una previamente descubierta, hasta el día de hoy no sé cómo caí en ti, en tu
presencia, de igual manera no comprendo aun cómo y por qué saliste de mí, de mi
vida, de entre mis sabanas. Pero no te apresures, jamás llegaste a salir de mi
corazón, tampoco de mi mente, te mantuviste ahí y aun te encuentras presente
ahí dentro.
Incluso esa noche
anterior a tu partida te notaba un tanto extraña, no eras tú, al menos no lo
parecías, ese día no criticabas mis errores entre lo que tú llamabas "Mi
escritura perfecta" Aun luego de haber postrado tu mirada entre las letras
de mi rutinario texto, ese que aunque cambiaba de historia a diario realizaba
cada noche. Noté que ya algo malo empezaba a ocurrir cuando incluso lo que leíste
fue un borrador con miles de errores ortográficos, sin comas, sin puntos,
signos de exclamación o interrogación.
Ya cerca de la
media noche entre un cruce de miradas logré observarte directamente a mi
perdición ¡Tus ojos!, era distinto a cualquier otra noche o madrugada, tu iris
no me dibujaba la ilusión de esa mujer bella que me enamoré, esa pasión de
adolecente, esa rebeldía de niña. Esta vez observé algo totalmente distinto,
era un vacío, un vacío que me transportaba de tus ojos directamente a la parte
más profunda de tu alma, tus sentimientos, era extraño todos estaban contraídos
y reprimidos, no era como lo acostumbrado esta vez no se dibujaban placeres,
deseos o ilusiones y para mayor preocupación todo esto venía acompañado de una
lagrima que de entre un movimiento veloz para apartar tu mirada de la mía iba
cayendo por tu retina sin dar explicación alguna y dejándome aún más
confundido.
Siempre pensé que
te hacía feliz y que conmigo no te hacía falta nada, quizá fue eso, se dice que
para ser feliz debes esforzarte por serlo, como lo éramos sin algún esfuerzo
posible quizá caímos en una vaga rutina de perfección, sé que suena absurdo y
tal vez un tanto incomprensible, pero si, eso es lo que pienso cada noche.
Aun entre las
sombras del olvido, justo en el rincón donde se encuentran los plomitos de
decepción encuentro rasgos de esperanza, al pensar que algún día te volveré a
ver, quizá si, puede también que no. A veces no puedo y me redimo ante mi ira,
me desdoblo de esta realidad, ya que no puedo evadir la realidad, esa es la
realidad, ¿Ya qué? yo mismo soy mi arma destructora de lo emocional, solo yo,
puedo olvidarte yo, apartarte yo.
¿Quién puede
acabar con esta ira?
¿Quién logrará apaciguar
esta bestia dentro de mí?
¿Quién insistirá
en que te olvide hasta lograrlo?
¿Quién me apoyará
y jamás me dejará?
¿Quién me
acompañará a cumplir mis deseos o morirá conmigo en el intento?
Todas las
interrogantes se resumen a una sola palabra.
No, esa palabra no
es la usual, créeme hoy no se trata de ti, hoy no eres tú.
Hoy soy yo y a eso
se resume a una sola palabra, yo.