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miércoles, 14 de febrero de 2018

Noche enamorada

Dudo, que sean de algo más que sueños dispuestos a hacerse realidad los astros que adornan un firmamento nocturno, dejándose ver desnudos pero ya elevados, sin poder ser atrapados por las manos de alguna voluntad no jubilar, se disponen en aquel infinito con singularidades bastas y un apetito de cumplir el cometido de su creación, de susurros y parpados cerrados llegan a convertirse en materia de recuerdos y olvido, para protagonizar una nocturna marea de sentires en vela.

Como vestido de gala, una luna llena se asoma en medio de su imponente perfil, siendo el centro de atracción de miradas penetrantes en su misión calidoscópica de llenar de brillos inconmensurables rincones a través de un mismo punto, pionera del reto insurgente de alumbrar cada sonrisa hasta hacerla imperecedera.

Un concierto de suspiros que se cuelan en el viento, un conjunto de percusión al compás de labios que chocan entre si, un onírico placer tras un solo de cuerdas que se escucha por los dedos que entrelazan los cabellos. Banda sonora de acciones consecuentes al acto principal, arraigada de emociones e irrigada de sentires también suspira, con las ráfagas de aliento vuelan pétalos en masa, cual funeral de la pena que hace horas ya murió, siendo cortina de la habitación oscura al final de la secuencia que resuena tras cada giro constante.

Siluetas al perfume de su esencia le agradecen tras abrasar ansias instintivas, al abrazar memorias vividas de historias quizá nunca más contadas. Ciclos renuentes dan paso a otro tono de luces, ella cae, ó empieza a hacerlo. Adoptando otras poses de gracia figuras en sombras no se le apartan y firmes van al descanso con ella, la calzada se humedece por su paso y la hierba brota en gracia por su visita.

Se despide en su tono más oscuro, marchándose con sus brillos hace escala en otros rumbos, el vuelo elíptico que recorre nos hace encontrarnos nuevamente, pero en otro vestido, perfil y aspecto, a veces la veo y llora, otras más la consigo atormentada, pero siempre vuelve, es constante y fiel. Entre "hasta prontos" conserva siempre una promesa de llegar nuevamente, hacer lo suyo y luego partir. Esconde tantos secretos, no comprendo su esencia, pero agradezco poder admirar su gracia.