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miércoles, 25 de septiembre de 2013

Iba cayendo en la cama, desplomando el cansancio del día en el confortable colchón que compartíamos más que cada noche. El aire acondicionado inicia su vibración, haciéndose evidente en el sonido que emite su exterior al chocar un tanto con la pared.

El frío empieza a invadir la habitación, a la par de su entrada al salir del darse una ducha para acostarse a mi lado. Dejando caer lo que cubre tan espléndida figura, aun se ven las gotas de agua resbalando por su silueta, de las caderas viajando a sus piernas, partiendo del cuello para reposar en aquellos senos y ese cabello mojado, tentando, llamándome a hacerla mía, endulzado y perfumado por el olor del shampoo. Se acercaba lento, pasando la mano derecha, un poco fría; por el dorso de mi espalda, produciendo en mí una sensación de excitación, digámosle así, hablemos de forma concreta, una sensación que iniciaba con el acariciar de sus uñas a mi piel. Me trepaban esas manos, esas manos llenas de ganas, aquellas irradiando la emoción de estar juntos, iban del inicio de mi espalda a mis manchados hombros, llenos para mí de pecas, para ella de paz, apresándome para evitarme el movimiento, sus brazos me trancaban cuan candado mientras sus piernas sometían las mías, empezando a producir cosquillas al besarme por el cuello, dejando a la majestuosidad de sus senos desnudos reposar en tierra de nadie sobre mi espalda. Atacaba mi oreja con los dientes, a la par de sentir mi mejilla izquierda con su mano del mismo lado, moviendo esos muslos para que rozacen mis piernas, y yo apresado, sin poder hacer nada con aquellas ganas que iban despertando en su ser.



Empezaban a ceder sus brazos ante la excitante situación, pero no esos muslos, seguían firmes, apretando sin asfixiar la parte baja de mi cuerpo. Me iba safando de a poco, mientras mis manos rozaban tu piel de una manera leve, al compás de que cediendo componías tu silueta desnuda junto a mí, acostándote boca arriba, con las manos ocupadas en el llevarme hacia tu dirección, iba cediendo a tus deseos y siguiendo el perfume que tu figura expedía al mover y el aquietar de su paso, voy llevando mi pulgar cerca de esos labios, rozándoles con éste de forma tan perfecta, precisa, lenta y suspicaz, a manera de que picaran, deseando sentir a mi boca privándoles de nada y permitiéndoles de todo, dando inicio a un beso que encendiese las ganas, de esos que se dan para empezar a matar las ansias, para que aviven la pasión.

Entre besos voy iniciando el tacto en tu cuello, delicado, lento, cuasi como seda deslizándose en el bosque tocando la hierba, así, tu sedosa piel se dejaba tocar por mis dedos para hacerte arte entre las ganas y el amor. Bajaba de tu garganta a tus pechos haciéndote cerrar los ojos para que disfrutases del rozar de mis dedos en tu infinita desnudez. Mi tocar recorriendo todo tu abdomen y culminando en tu vientre, produciendote excitación y aun más ganas, besando tus senos, rozando tu entrepierna, teniendo tus muslos en mis manos elevaba mi voz a tu cuello y de ahí a centímetros de tu oído se escapó el "Amarte así, como método de hacer el amor. Ámame de esta manera".