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miércoles, 7 de diciembre de 2016

Entre escribir, existir, leerte y Descartes.

Imposible. Así de simple y complicado, así de efímero fue.
Después de apartarme del adornar pensares utilizando la redaccion, tanto tiempo sin encontrarme conmigo en las líneas, hilarante. Si, es sinónimo de carcajadas el pensar en tal cúmulo de sentires que afloran al leer un simple texto, pero esa es la cuestión, no es nada simple, no es sencillo, no es sólo un texto.

Podrían llamarme loco y no estar más de acuerdo, podrían asegurar que perdí la cordura y refutaría sus palabras, pero estar loco nunca se sintió tan bien. Alrededor de cada linea se leía más que cordura o la necesaria falta de ella, era como si pudiera ver el teclear de cada letra diferenciando consonantes de vocales, y no, no exise lo simple en escuchar como tu voz pronuncia el anhelo, como tus ojos mirando atrás ven la nostalgia a la sombra de la paz, al asecho del olvido. Nunca una frase de alguien más me definió tanto y llevándola a mis palabras cito, sin ser esa frase lo exactamente dicho "Cómo hacer el amor sin notarlo, pero disfrutando cada tramo y momento, así es escribir".

Me disculparía con Descartes de conocerlo, más allá de su obra o de su palabra, antes solía tomar su "Pienso, luego existo" como riel, para recorrer el tramo de mi "Escribo, luego soy". Tal vez de un modo más trivial entre refranes "Eres lo que escribes" e inclusive en la popularidad de un adagio "Dime como escribes y te diré que eres". Sencillamente aprendí que si ha de existir eso del cambio de sendero y que una perspectiva puede cambiar un largo tramo de pensares, algunos dirán que no tiene coherencia dejar de pensar como lo hago, que es insolencia, insensatez, tontería, que nada o nadie podría cambiar el tono de un pensar por unas simples palabras, por no más que decir algo poético del escribir, lo cual no es más que colocar una letra luego de la otra para liar un mínimo de coherencia. Se equivocan y vaya que lo hacen, pero en fin mis disculpas a Descartes ya para mí le faltó un tanto de la locura de Hamlet en su pensar y una pizca de la valentía insensata de Macbeth a su existir. 

Te conozco, y es que para quien sabe leer entre líneas no es difícil entender, descifrar a una persona no va más allá del realmente averiguarla. Vaya que si sabre escribir entre laberintos de contexto y metáforas inconclusas, pero se que hay como yo quien habrá de entender cada tramo de expresión. En fin, el punto es que sí, claro que sé quien eres, lo que eres, cuando menos un trozo de tu ser he de descifrar al seguir ahí, leyendo entre líneas.

Para acabar, hola, te invito a conversar del universo, de cómo se expanden los pulmones cuando tras un suspiro inhalas cada idea y las yemas de tus dedos sólo ceden al compás de tu sentir, te invito al tacto de sentires placenteros, como el candor que produce una conversación profunda a la idea de comunicarse sin necesidad de sonidos, te ofrezco una charla, una charla con escritos, tu me dices de que vas, yo te digo de que fui, y así es más sencillo al conjugar en futuro.

Ahora dime tú, ¿Te atreves?