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lunes, 18 de diciembre de 2017

Decidida

Cierra los ojos, que sean mis palabras las que te recorren.
Decidida, así como eres, decídete.
Decídete a sentirte en mí.
Decídete a dejarte a mí.
Decídete a atraparte en mí.

Tú, que eres un enigma, un laberinto, un cubo de rubik con colores pares, única. Únicamente tú, como el compás de aquellos versos sempiternos, símil de una trampa, no equivoca sino complicada. Te asemejas a un misterio, no sé nada de ti, no sé llegar a ti, pero sé que estás, estás y nada más vale saber que sí, que tras la maleabilidad de una ocasión un quizá se puede convertir en un tal vez y así un probablemente acabe por ser una posibilidad lógica.

Decídete a ser receptora de mis palabras, gajos de versos incompletos que forman rimas ó prosas, lógicas e ilógicas a la vez. Acaudalada de sonrisas, así te muestras, puede que de placeres místicos como suelo de sorte, también por contextos amenos junto a líneas llenas de gracia. De placer llenas tu bienaventurada trayectoria, ensogando ajenas ganas con ansias de volverse trabalenguas, caminas cual júbilo de gracia extasiada de felicidad.

Deja que te atrape entre mis ganas de hablarte cerca, susurros que nacen de mi mente y van como nómadas a través de todo el territorio de tu piel. Siente al compás de lo anteriormente dicho como se van desentrañando los enigmas que ambos buscamos en el otro, para así vestirme de explorador y recorrer, de la manera más lenta y detallista de tu costa a tus montañas. Pero antes que nada, antes de decir algo, calla y déjate. Sólo déjate.

Enséñame de tus labios como palabras silentes hacen frecuencia a los días en oídos casi sordos, son tan necios como el dicho, tan impertinentes como el que lo repite y aún así ahí están, haciendo eco en cada cueva de las cavidades que penetran, ¿una voz tímidamente común logra hacer tanto? Los misterios de éste mundo nos vuelven los cínicos que somos, ¿palabras tan gratamente iguales llegan a ser tan importantes? Los misterios de una existencia se ven opacados por la cotidianidad de un encuentro tan furtivo. Es como si el mundo gritase que no somos nada, y aun así quiero ser algo en ti y hacer algo contigo.

De tu cabello hazme saber que se siente estar enredado a ti, a tus ideas, a tus ganas. Como pirata surcando un sedoso mar de frutal fragancia, así quisiera verme y gritar tierra a la vista, gritar al vislumbrar tal figura de gracia como isla de fimineidad inmaculada a la privativa de pecados, pecados que generan tan alto confort que el pecado verdadero es llamarlos por su nombre. Ahí en ti, ser naufrago, hacerme uno con la isla y si he de morir que sea en tus mares, de placer.

Tus ojos, ¿qué tanto ocultas en ellos? Esa mirada que me seduce aún sin verme, son como un tsunami que arrastra millones de historias y días, lo oscuro me atrajo tanto que su negro café me logró quitar el sueño. El conjunto de toda tu manera de ver sin duda logra convertir mis deseos en más ganas, aún espero una respuesta, una respuesta mientras escribo, recitó y canto. Cuando me siento más tonto es quizá cuando me halles y me digas que si, que otra noche como aquella valió tanto la pena que necesita verse repetida. Mientras te decides sigue viendo así, así de singular y única, así de decidida.