Recordé el olvido, con el recordé que aún no te olvidé, se me
olvidó que debía olvidarte, olvidé recordar que esto se había vuelto un juego,
los suspiros los disfrazaba de bostezos para ocultar lo que sentía, guardé aces
bajo la manga para mi jugada maestra.
- Te toca a ti.
Dijiste con tu voz de musa, inspirando tras cada letra un
verso en mí. Emplee mi movimiento maestro, afirmé tener un póker mientras te
observaba con una mirada fija y desafiante.
- ¿Un póker de 5 aces?
Preguntaste de manera burlona y vanidosa, reíste y tras
un guiño comenzaste a dialogar.
- Ya se lo que tramas, pero no ganarás de esa manera.
- ¿ Por qué no? Sabes que tanto como a mí, te intriga que toque tu
cuerpo.
- Si, pero debes ganarte ese derecho de forma justa.
- La justicia solo se rige solo en un papel y en decir si todo
está bien o mal, basándose en los actos por los cuales nos señalan.
- Jajaja, no me conquistarás con poesía barata.
- No intento ser poético.
- Pues entonces sin intentarlo lo estás logrando de igual manera.
Me tocó quitarme la chaqueta en esta ronda, pero estaba decidido a
ser yo el que quedara con más prendas, obteniendo así mi triunfo y mi premio,
ella.
Tras varias rondas llegamos a la ronda final el que ganara esta
ganaba la partida, de igual manera reclamaba también su premio. Yo solo contaba
con un sombrero beige, marca Borsalino si no me equivoco, un par de medias un
tanto decoloradas y un bóxer Calvin Klein negro, con la liga
desgastada y algunos hilos sueltos. A ti solo te quedaban tus sandalias Dolce
& Gabbana de tacón alto y ese brasier rojo adornado con el prendedor que
anteriormente le habías quitado a tu abrigo al deshacerte de él.
Era todo o nada, ganar o perder, vivir entre las pecas de tu
espalda o morir entre la desdicha de tu repudio.
¡Zazzz! se voltearon las cartas, aún recuerdo esa noche, recuerdo
lo que tenías. "J" de trébol y "K" de diamantes,
que en conjunto con el "10" y "J" de diamantes y el
"5", "7" y "8" de corazones solo lograban un par
de "J´s" y nada más.
Salté y con un tono burlón semejante al que tu hiciste cuando
traté de hacerte trampa te dije ¡GANE! te mostré una flor corrida, uniendo
el "5", "7" y "8" de la mesa con mi "6"
y "9" de corazones. Gritaste inconforme con los resultados y de nuevo inició una discusión.
- ¡TRAMPA!
- Revisa si quieres, esta vez no tengo mangas, no pude hacerlo de
ninguna manera.
Me quitaste con un instinto asesino el sombrero, no encontraste
nada, me arrancaste las medias de una halada, sin la suerte de hallar algo
nuevamente, introdujiste tu mano en el gastado bóxer, te miré y
sorprendido deje que siguieras buscando, me percaté que ya no buscabas, solo
disfrutabas, te seguí el juego y lentamente los dos quedamos sin
nada, pasamos una noche como nunca antes la habíamos vivido
o como nunca después lo llegamos a hacer, porque te fuiste, hasta hoy no sé qué
es de ti, tú no sabes que hice trampa, no tenía mangas para ocultar las cartas,
pero si una cinta adhesiva bajo la mesa que cedía ante la fuerza suficiente
para soltar las cartas, hoy no me importa ser un tramposo puesto que por serlo
gané la mejor noche de mi vida, pero aún no sé por qué no te dije antes de
partir que hice trampa, quizá por miedo a perderte y que no volvieras más,
igualmente jamás volviste, desde hace tiempo me pregunto eso mismo cada noche,
si fue por miedo o fue que se me olvidó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario