Y así acudía a sus vientos de auxilio,
huracanes y ciclones de inspiración a lo lejos de la nada,
se observaban en el umbral de la partida.
Un "adiós" me dijo que los sueños también se hacen realidad,
entre la tierra del desahogo y donde rigen los suspiros,
junto a la flauta del árbol, ave con el pico color prisma,
frente a la furia carmesí de una duda, que se cosecha sin sembrarse,
exactamente detrás de la entrada de marfil hacia el bosque de la ilusión.
Suspiros indelebles me sirvieron de señal,
junto a aviones de papel que servían de guía, para indicarme el camino,
oía claramente como gritaba,
decía su dulce voz que la distancia no era más que una prueba.
La noche del bosque solo me hizo ser como la luna,
me enseñó a siempre iluminar mi camino, aunque carezca de estrellas.
Se exaltaba mi respiración y el aire se expandía,
la noche protagonizó este cuento, sin testigos o culpables.
Te pronuncié, en cada grito de auxilio que arrojaba a la nada,
y disfrazada entre lineas, la noche, seguía ocurriendo la trama.
Reinó el insomnio, el sueño no pudo vencer a mi sueño,
Encontrarte.
Yo sufría el filo de tu ausencia,
y pura, cruda y desnuda se desataron las verdades.
Tú allá en el silencio de tu privación, ojeando el final de mis letras,
yo aquí en la cúspide de la perdición, rebuscando otra vida, para tratar de encontrarte.
Haciendo un pacto con la media noche para que te devuelva,
así no sea a mí, aquí.
Ya que no perteneces a ese abismo, sino, a este cuento,
Un cuento que sin ti, no es vida, mito, leyenda, fábula, historia o cuento. Hada.
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